viernes, 19 de abril de 2013

Las rutinas

Los niños pequeños funcionan mejor cuando las cosas son predecibles y todos los días suceden las mismas cosas más o menos a la misma hora. Es perfectamente comprensible. Si tu hijo no tiene una hora fija para acostarse, por ejemplo, a veces lo acostarás cuando no esté cansado, y otras, cuando esté rendido. Te parecerá que está jugando cuando, en realidad, lo que necesita es dormir. Para un niño la hora de acostarse es demasiado importante y repercute demasiado en los demás miembros de la familia como para dejarla al azar. Del mismo modo, muchos padres no son conscientes de que los cambios notables en el horario de comidas o la separación excesiva entre éstas pueden hacer estragos en los niveles de azúcar del niño y provocarle cambios bruscos de humor y un cansancio innecesario.

Una rutina te ayudará a satisfacer las necesidades físicas del niño en el momento adecuado: la comida cuando tenga hambre y la cama cuando esté cansado. Es esencial establecer unas horas fijas para las actividades clave. Si todos los días suceden las mismas cosas, el niño sabe qué esperar. Sin una rutina clara, cuando puede pasar cualquier cosa en cualquier momento, el niño empieza a sentirse inseguro e irritable. No es de extrañar porque se encuentra en estado de alerta permanente.
Cuando el niño espera lo inesperado no logra relajarse. Posiblemente reciba cada cambio de actividad con una oposición terca o una rabieta porque no esté mentalmente preparado para ello. por otra parte, una rutina te permite ayudarlo a sobrellevar cada fase, advirtiéndole de lo que viene después, para que no le pille por sorpresa ni tenga la sensación de que las cosas se hacen apresuradamente.
Las rutinas proporcionan coherencia a la vida familiar. Además, necesitas un conjunto de normas previamente acordado. Para poder exigir a tu hijo determinados patrones de conducta, debes decidir primero lo que es aceptable, y lo que no, y después mantenerte firme en tu postura.
Si quebrantas las normas o cambias de objetivos constantemente, tu hijo no tendrá ninguna referencia de qué esperas de él y no te tomará en serio. "¿Me vas a castigar por esto o no?"
Cuando las normas cambian continuamente o no se aplican con coherencia, el niño suele interpretarlo como una oportunidad de oro para hacerlo que le plazca.

No hay comentarios:

Publicar un comentario